El futuro de las criptomonedas
En 2009, una persona o un grupo de personas de origen desconocido, bajo el pseudónimo de «Satoshi Nakamoto», anunció al mundo el lanzamiento de un activo virtual revolucionario: el bitcoin, la primera criptomoneda de la historia.
En ese momento, un bitcoin no poseía ningún valor, pero, doce años después, el pasado 13 de abril, alcanzó el récord, por unidad, de $62 mil 700 dólares y su popularidad ya es tan grande que ha provocado el surgimiento de diferentes criptomonedas competidoras —actualmente se conocen casi 10 mil, siendo las más populares ethereum, ripple, litecoin, binance, ripple, tether, cardano y dogecoin— las cuales también están ganando la confianza de las personas y aumentando su valor de forma considerable.
Sin embargo, a pesar de que su uso es cada vez más frecuente, muchas empresas aún no conocen qué son o cuáles son las características de estos activos virtuales, y esta falta de información podría hacer que no tomen las mejores decisiones financieras. ¿Cuáles son las diferencias entre una criptomoneda y una moneda tradicional?
La principal diferencia es que la criptomoneda es una unidad de información almacenada electrónicamente. Cuando una persona cuenta con efectivo, como monedas y billetes, puede almacenarlos de forma física en una alcancía o en una caja fuerte; sin embargo, cuando decide adquirir una criptomoneda, intercambia una determinada cantidad de efectivo por datos que son resguardados en un monedero electrónico.
Valor al servicio de la demanda
Una de las principales desventajas que presenta este tipo de activos virtuales, frente a las monedas tradicionales, es su volatilidad, la cual se explica porque su valor no está determinado por una institución, sino por la confianza que genera el propio mercado; es decir, se trata de una cuestión de “fe” por parte de los inversionistas.
Esto significa que, a diferencia de una moneda tradicional, la cual recibe su valor gracias al respaldo del banco central de un Estado, el costo de una criptomoneda se establece por las leyes de la oferta y la demanda: si la demanda sube, incrementa inmediatamente; si la demanda baja, decrece al instante.
Tan solo a mediados de mayo, debido a que el gobierno de China prohibió el uso de las criptodivisas, el mercado de criptomonedas cayó más de 30%, su peor comportamiento en 14 meses. Poco antes, el principal activo virtual, el bitcoin, también se había visto impactado por una serie de comentarios de Elon Musk, director de la marca de autos Tesla, quien insinuó en redes sociales que su firma podría preferir, en vez del bitcoin, el uso de otra criptomoneda: el dogecoin.
Tomando en cuenta lo anterior, podemos señalar que algunos de los factores que más pueden incidir en que la demanda de estos activos virtuales descienda y, por ende, su valor, son:
- La venta acelerada de una gran cantidad de criptomonedas por parte de los inversionistas.
- El anuncio público de empresas que no apuestan por estos activos, al no aceptarlas como métodos de pago.
- Las disposiciones gubernamentales que prohíban o limiten el uso de este tipo de activos. Algunos gobiernos han mostrado su interés por desarrollar sus propias monedas virtuales (govcoins), que, en caso de llegar al mercado, tendrían un valor determinado por su Estado emisor, más no por la oferta y la demanda, lo cual las haría una opción más atractiva para los inversionistas y las empresas.
- El rechazo que puede generar su contribución al calentamiento global, debido al alto consumo de electricidad de la red de ordenadores del blockchain.
Ser flexibles y planear, la clave para aceptar criptomonedas
Hoy, cada vez es más común que las empresas decidan aceptar, en sus métodos de pago, las criptomonedas, o que consideren hacerlo en el futuro (algunos ejemplos son Visa, Mastercard, BlackRock, KFC, Microsoft u Overstock); no obstante, si deciden emprender este camino, tendrán que definir antes un plan de administración específico para estos activos, a fin de proteger sus márgenes de utilidad de una potencial depreciación.
Para recalcar la importancia de ello, pongamos, como muestra, el siguiente escenario: si un hotel acepta que un cliente le pague con bitcoin la realización de un evento, pero no cuenta con una estrategia clara para gestionar este recurso, no sabrá en qué parte del balance financiero registrarlo, tampoco cómo se evalúa, cuánto tiempo debería permanecer en la institución o cuándo se deben vender para resguardar lo máximo posible las ganancias.
En otras palabras, es fundamental que las organizaciones se asesoren con especialistas, para cumplir, a nivel nacional e internacional, con la normatividad contable y fiscal vigente, la cual es compleja con respecto al uso de activos virtuales, debido a que no ha determinado con claridad cómo definirlos y valorarlos.
Asimismo, será aconsejable que las empresas establezcan límites de recepción de criptomonedas, determinen la manera más eficiente de administrarlas e implementen procedimientos para su venta o permanencia en su balance financiero. Pero, aun cuando resulta crucial toda esta planeación, ¿las compañías deberían asumir que las monedas virtuales llegaron para quedarse?
Fuente: deloitte